- Escribe: Luis Fernando Canizales Montoya / Médico Veterinario Zootecnista

Un punto de encuentro bien importante en la relación mascota – tutor está, aunque pareciere ilógico, en el consultorio veterinario.

Los animales no se enferman, lo que enferma son nuestras emociones. Si damos apertura a esta apreciación, podremos ingresar a un mundo tan sutil, pero tan dinámico, como es el de la relación emocional y el vínculo afectivo entre mascota y tutor. Cuando un animal llega a consulta, viene solo mostrándonos la punta del iceberg por su sintomatología y queda en nosotros, como profesionales holísticos, identificar qué hay en la base de ese cúmulo de emociones que no se ven, pero que se pueden percibir y descifrar para hallar un mejor diagnóstico y por ende el uso del mínimo recurso en el punto donde se tenga el mayor efecto con el mínimo gasto físico, mental, económico y energético.

Muchas veces hay que intervenir al tutor o a su familia para lograr un mejor resultado en la terapia de salud con el paciente; de allí que la salud de la mascota se asocie a la salud del componente familiar que la rodea.

Los seres humanos creemos ser los protectores y benefactores de nuestras mascotas, pero cuando se analiza el comportamiento humano con relación a los animales podremos encontrar que somos lo humanos quienes más necesitamos de las mascotas, porque nos ayudan a liberar de cargas energéticas y emocionales contenidas en nuestros centros energéticos; siendo este motivo el que nos lleve a confirmar que son estas las que vienen a ser nuestros maestros a enseñarnos el desapego y el amor incondicional.

Por todo esto, debemos considerar que nuestra consulta debe ser un espacio tranquilo, amable, donde se favorezca la comunicación abierta y tranquila, sin juicios, sin pretensiones y orgullos terapéuticos, donde el profesional terapeuta tenga la humildad de reconocer que su paciente-tutor no llega para que sea salvado o sanado, si no que ese instante solo es para enseñar a quien cuida la mascota cómo y qué hacer para lograr la sanación o curación del mismo.

Así nos liberamos de implicaciones emocionales y conformamos un equipo perfecto para alcanzar la meta y los objetivos propios por los que se viene a la consulta.

Cada paciente que nos llega en el día a día es un cumulo de símbolos que deberíamos leer para identificar el verdadero origen de su enfermedad y de esta manera dejar ver esa capacidad holística de dar manejo integral a la terapia en la medicina veterinaria.

Olvidarnos de la ancestralidad, de lo sagrado de las plantas y sus medicaciones, de la bondad de los rituales, de la simbología de los síntomas y de otras características muy sutiles pero muy fuertes en nuestra consulta nos hará, a lo mejor muy inteligentes, pero seguramente no nos hará sabios.


[Foto de portada: Fenne / Getty Images Signature]


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